Así como los pájaros machos al cantarle o danzarle a las hembras, uno de los motivos principales por los que existe la música, es para el sexo, o más bien, para ayudar a una ‘correcta’ selección de pareja sexual.
Por: Sara Sofía Rojas aka La Nena Magdalena
La relación entre la música y el sexo ha sido tratada hasta por Darwin. Este afirmó, en algún momento que, así como los pájaros machos al cantarle o danzarle a las hembras, uno de los motivos principales por los que existe la música, es para el sexo, o más bien, para ayudar a una ‘correcta’ selección de pareja sexual. Es decir, que la música podría considerarse un elemento ‘natural’ importante para cautivar hasta en los humanos.
Aseguró también que las habilidades musicales, más allá de ser un componente simplemente atractivo en una pareja, le demostraban a esta, dependiendo de la complejidad de música interpretada, habilidades superiores a las del resto. Destreza y conocimientos que podrían servirle para sobrevivir. De ahí que el ser relacionado a la música, primara sobre cualquier otra opción posible.
Aunque hoy no vamos a hablar tanto de la música para (es decir, cuya finalidad es) el sexo sino de la música por (es decir, teniendo como causa o razón) el sexo, es importante tener en mente esta teoría que, de una u otra forma, propone una relación tan primitiva y prístina entre ambos.
Adentrándonos aún más en materia, aún contra mucho melómano salsero, el subgénero de la rosa, de alcoba, romántica o motelera, ha sido la entrada de muchos al mundo de este maravilloso género. En ella se tratan temas principalmente ligados al romance y la sensualidad de momentos íntimos como el sexo. Canciones como “Ven devórame otra vez” de Lalo Rodríguez, “Tú me quemas” de Eddie Santiago, “Amiga” de Rey Ruíz, “Apiádate de mí” de Victor Manuelle, y la famosísima “Aquel Viejo Motel” de David Pabón, hacen parte de ese repertorio gigante de apologías al placer.
Así como este, que lo trata de la manera más obvia y explícita posible, el género erótico-picaresco (un nombre rebuscadísimo que le encontré por ahí en un blog de música) habla de él sin, necesariamente, hablar de él. A este, lo descubrí en varias búsquedas pa’ nutrir mis playlists.
Se trataba de letras un poco extrañas, que ya fuese por sus pregones pegajosos, por su viaje o la historia que contaban, me parecían sabrosas. Después de una, dos y hasta tres escuchas, les empecé a notar algo raro. Sin saber si se trató de falta de picardía o de atención, estaba sumando temas que, de haber estado escritos de forma distinta, podrían fácilmente calificarse de moteleros.
Hoy les traigo algunos, para que se instruyan en aquello del erótico-picaresco, y agucen oído la próxima vez que estén en busca de nueva merca musical:
Alguien me contó alguna vez, como dato coctelero pues, que en la salsa, muchas alusiones al sexo se hacen con la cocina y la comida. Este fue el ejemplo de esa vez. La mujer del personaje camina, e inmediatamente prende el fogón (su fogón). Él llega a la casa, ella lo mima lo abraza y le pregunta «¿Qué quieres comer de papa (papa, papeo y papear son sinónimos de comida) hoy?, para empezártelo a hacer». En un principio, hasta machista, relegando a la mujer a la cocina, hasta que uno para bolas.
“Yo quiero que tú me hagas
esos platillos sabrosos.
Como tú sabes mi prieta
que a tu papito le gustan.
Camina y prende el fogón”.
Si mi mente no me falla, esta fue la primera que descubrí por mí. Habla de un tipo que conoce a una chica, “una niche bien hermosa”, a la que invita a bailar, y después de echar paso, también a su casa. Estando allá, ella le pide salchicha con huevo. Siempre se me hizo chistoso que pidiera precisamente eso. ¿A quién le dan ganas de hacer huevo con salchicha al amanecer? Bueno, pues de tanto pensar en esa curiosa petición culinaria, un día intenté proyectar la imagen en mi cabeza, cuando todo cobró sentido no pude más que reír. Ella, ávida por hacer el amor.
“Si te encuentras un bollo que su encanto es papear,
dale salchicha con huevo pa’ ponerla a gozar”.
Esta hace parte del disco más vendido de salsa en la historia, Siembra (1978) junto a Willie Colón. Seguro que la ha escuchado alguna vez. Si se lee de manera literal, Rubén busca la mejor de estas frutas por cielo mar y tierra, no la encuentra, ninguna de las que prueba tiene el sabor ni el mendó (talento o capacidad) que busca. Ahora, si intentamos ver esa guayaba, de la misma forma que se le ve a la papaya en esto del doble sentido… aquel catador de guayabas se convierte en uno de mujeres. No por nada Rubén es el “poeta de la salsa”, muy bien empleada esa figura retórica de la metáfora, señor.
“Mucho he viajado por todo el mundo
y nunca, nunca pude encontrar
una guayaba que me gustara
Y detuviera mi caminar”.
Al igual que Cerati en Jugo de Luna con “En una gota cabe el universo cuando arqueas el cuerpo y mi lengua roza tu profundo manantial” y Juan Luis Guerra en Burbujas de amor con “Quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor por donde quiera, pasar la noche en vela mojado en ti”, en este tema el Cano habla del Cunnilingus. No creo que “Suave que me estás mojando, que me está gustando y por eso quiero beber agüita pura de tus adentros”, necesite más explicación. Ah, y ese grito de “¡Ahí viene el árabe ‘Mohammed a mí’!” a mitad de la canción, vaya detalle de fina coquetería.
“Que no se acaben las ganas
de adorarnos para siempre
y en un éxtasis violento
derramemos a la vez
agüita pura de tus adentros
gotitas de lluvia de mi querer”.
La guagua es sinónimo de bus, y aquí la historia es la de una pelada que se molesta porque el señor pasajero, que le hace la parada al bus que maneja, se le sube por detrás. Tiene sentido, es una buena historia. Yo también me molestaría y pensaría “por no pasar por la registradora, me va a pagar menos”. Luego uno oye el pregón “¡La negra no quiere, que le monten la guagua por detrás!”, y no ahondemos en la original que reza: “Dame un chance, negra linda, pa’ montarme en tu guagua por delante y por detrás”.
“Negra, ¿para qué me hiciste eso a mí?
me engañaste con la guagua vieja
y tuve que pasar por la trasera”.
¡Ah y una ñapa! para resaltar el papel, tan relegado e igual poco presente, de la mujer en la salsa:
Que aunque salsa salsa no es, y se acerca más al cha cha chá, al mambo y al son, se trata de precursores del género. Importante resaltar el trabajo de Graciela con el doble sentido, que junto a la sensualidad de su voz, se convirtieron en aspectos característicos de su trabajo. En esta canción, la experimentada dominatriz no se pone con bobadas y le da una clase enterita a su José para que se lo haga bien:
“No se ponga tan blandito,
ponte un poco más durito
¡Ay, José! Tenga cuidado
porque un paso mal marcado
me hace perder el compás”.