La vida, una tusa eterna

 

Por: Andrés Salazar

No me malinterpreten, no estoy siendo pesimista, nostálgico, melancólico, lastimero o fatalista. Lo único que estoy siendo es realista frente a una situación propia y es esa, la de la vida siendo una rompecorazones constante.

Empecemos por aclarar que una tusa no es solamente un duelo por un rompimiento de pareja, no. Aunque esa es una de las tusas más comunes (y dolorosas), existen muchas más. Por ejemplo, una tusa por un amigx, por un familiar, por una mascota y hasta por un objeto o situación.

Todxs en algún momento de la vida hemos sentido desamor, hemos sentido el corazón roto y eso es algo que jamás se olvida. Se supera, sana, pero jamás se olvida. ¿Acaso olvidaron su primer break down? ¿Su primer despecho? ¿El perro que se les murió? ¿Sus abuelos o padres? ¿Ese viaje que no pudieron hacer? ¿Esa persona que se fue para siempre?

Aunque todas son diferentes y podrían tener niveles de dolor muy distantes, todas al fin y al cabo hacen parte de la vida, pero sobre todo, hacen parte de aprender a vivir. Y ahí está el punto clave de lo que quiero decir con esta columna: la vida es un constante salto a través de tusas, grandes, pequeñas y medianas, que nos van enseñando cómo carajos vivir.

La primera que sentimos, puede ser, tal vez, el desprendimiento de mamá. Esa primera vez que sentimos que mamá se va o nosotros nos vamos, al jardín, a la escuela, a la casa de las tías, etc. De ahí en adelante, todo es un cúmulo de despechos, y lo peor, con el paso del tiempo se van volviendo más trascendentales, más profundos y más difíciles de superar. De hecho, tienen mucho que ver con las primeras tristezas o traumas de la infancia.

Por supuesto que la vida también es un camino lleno de alegrías y triunfos, pero son los desamores los que nos enseñan, los que nos forjan y los que nos duelen, y como duelen, jamás quisiéramos volver a estar ahí, aunque a veces volvemos, pero por pendejos o porque tenemos deudas pendientes.

La vida es una tusa constante, repleta de frustraciones y de sueños rotos. Eso mismo que se siente con la desilusión de una relación imposible, lo sentimos con un fracaso laboral, con un bache emocional, con una pérdida familiar e inclusive, con ese amigo que pensamos iba a estar con nosotros para siempre. Pero, ¿qué sería de nosotros sin esas tusas? Tal vez no sabríamos nada, seríamos niñxs indefensos, desamparados, yendo de un lado a otro sin saber por qué.

Tampoco estoy diciendo que tengamos que pasarnos la vida sufriendo para poder ser alguien, simplemente, gracias al camino espinoso es que valoramos el estar vivos, porque al fin y al cabo todxs estamos aquí, ahora, cargando cruces, unas más pesadas que otras; lidiando con desamores, unos más profundos que otros; tratando de reconfigurarnos a diario, en medio del caos, de la desigualdad, de la discriminación, de la violencia, de nuestros propios demonios, de la indolcencia, de la injusticia y de la maldad…

Las tusas hay que atravesarlas, de frente, no hay cómo evadirlas, por más de que lo intentemos. Hay que habitarlas y hay que dejarnos habitar por ellas, las veces que sean necesarias, pero eso sí, ninguna debería ser igual pues si las padecemos, ya sabremos cómo gestionarlas o pasarlas. Todas pasan, absolutamente todas, unas se demoran más que otras, pero al final siempre llega ese suspiro reparador que nos indica que el dolor quedó atrás, y por lo general, no nos damos cuenta.

En ocasiones hay falsas reparaciones, momentos donde sentimos que la herida sanó cuando en realidad es un espejismo, una prueba que nos pone la vida misma para saber cómo reaccionamos y en qué parte del proceso estamos; Así que ojo, no se confundan, la verdadera reparación se sentirá de verdad, se sentirá desde el fondo de cada corazón y uno sabe cuándo cerró ese ciclo o es puro pajazo mental.

La vida es una tusa eterna que nos espera allá afuera todos los días, pendiente de con qué cara la afrontamos. A veces es condescendiente, otras es una mierd4, pero al final es maravillosa, misteriosa, sin un sentido claro pero con cientos de oportunidades para comenzar de nuevo, y eso, eso vale toda la pena.

 



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