Perdón cultura pop de los 90… te hemos fallado como generación, o, más bien, cultura pop de los 90, ¡nos mentiste!
Por: Johana Arroyave @JohanaArroyave
Hace poco las plataformas de streaming decidieron aumentar sus catálogos con los títulos de series y películas como: Si tuviera 30, Friends, Beverly Hills, Legalmente Rubia y hasta 17 again. Historias que, si las comparamos una con la otra, no tienen mucho que ver… pero, todas unidas, sí relatan la vida exitosa de jóvenes que llegando a los 30, aparentemente, tienen la vida resuelta…
Capítulos que nos recordaron que cuando pequeños soñábamos con una vida así. Con llegar a esta edad y tener un check list de logros, propiedades, dinero y familia funcional. Cosas que, muchos, ni hemos empezado a construir y a otros no les importa. Una vida en orden que mejoraría, posiblemente, si llega el bebé esperado y nos mudamos a una casa grande con jardín… una utopía de lo que no tenemos y de lo que nos ha costado organizar.
Pero tranquilos amigos… Esto no es un artículo para hacerles sentir una frustración colectiva y para que lloremos unidos por lo que no tenemos, o por el dolor de rodilla y de espalda que ahora se sienten más profundo, tampoco de reclamación a la vida y al cuerpo por el guayabo de tres días que deja una salida que termina antes de las 3 am.
Esto es un artículo para explicar de dónde nace esa presión social por tener la vida “resuelta” a los 30, para bajarle el volumen a ese sirirí de la cabeza que nos taladra y nos dice que no hemos hecho nada, para entender el cambio tan drástico, mental, emocional y físico por el que estamos pasando y que, seguro, tiene a más de uno con crisis existencial.
Y para dejar de sentirnos identificados con Joey en Friends, cuando llora desconsolado reclamando “Por qué Dios, Pooooor qué, a mi” …
Según la ciencia, llegar al famoso ‘tercer piso’, puede ocasionar en las personas una crisis del cuarto de vida, un concepto que nació de la analogía con la crisis de la mediana edad pero que se hizo famoso cuando la psicóloga Abby Wilner compartió su investigación en el libro, Quarterlife Crisis: The Unique Challenges of Life in Your Twenties, en donde explica la confusión y el replanteamiento que empieza a sentir cada persona durante la transición de la adolescencia a la etapa adulta.
Este proceso empieza porque el individuo siente que fue alcanzado por el tiempo y que “es ahora o nunca”. Una creencia que se compartió luego de que Albert Einstein dijera en 1909 que quien no descubriera nada antes de los 30 ya no lo haría jamás. Según él, la inteligencia y creatividad de los seres humanos se desarrolla en todo su esplendor antes de esa edad.
Aunque no había ninguna evidencia científica ante esta opinión los investigadores de ese entonces replicaron la idea hasta que esta fue desmentida en el año 2000. Jim Al-Khalili, físico británico, hizo un análisis de los grandes logros de los científicos en el mundo y se dio cuenta que, aunque muchos habían hecho descubrimientos en sus 20, autores como Isaac Newton, entraron a la cúspide de sus producciones luego de los 40 años.
Quiero tener 30, ser bonita y próspera
La misma ciencia desmintió que tengamos un tiempo limitado para triunfar, por lo tanto, la creencia de que a los 30 deberíamos tener la vida resuelta es solo una presión social implícita, una idea con la que crecimos por ver a las generaciones de nuestros padres y abuelos. Una época social y política en la que casarse a los 15 años era normal y en donde construir un terreno era fácil, libre y sin inflación.
Lastimosamente, en pleno 2022, la idea de llegar a esa edad como Jenna en Si Tuviera 30, tener un cargo directivo en una compañía y un apartamento de más de 90 m2, es solo eso, ficción.
Para explicarlo mejor hablé con la socióloga, coach y especialista Valeria de la Espriella, quien nos aclaró que el desasosiego que se siente al llegar a esta edad no es más que el miedo que nos produce el no cumplir con los estándares sociales impuestos en las comunidades capitalistas.
“Vivimos en una sociedad cuyos logros están enfocados en el éxito y no en el bienestar, esto nos obliga a medir la vida en cosas materiales. Es por esto que el cambio mental de las nuevas generaciones choca tanto con las anteriores. Las personas de ahora, a los 30 años, están cambiando de empleo, de carrera, de decisiones. Entendieron que ese modelo que le funcionó a nuestros padres no es el mismo para nosotros”, comparte Valeria.
Sin embargo, el alejarse del modelo de vida con el que crecimos desata críticas y las crisis se sienten porque no es fácil encajar en una comunidad en donde se establecieron otras reglas.
“Hay que entender que el ritmo de vida ya cambió, que quienes creen que los 30 es la cúspide del ser humano son las personas de generaciones pasadas, que las críticas serán normales porque ese fue su modelo de vida, el cual es diferente al nuestro. En esa generación se creía que ser esposa o esposo era un triunfo, no una decisión. La historia nos ha demostrado que el bienestar personal sobrepasa todas estas falsas creencias”, concluye Valeria.
Lo cierto es que cualquier edad trae consigo cambios, de pensamiento, de vivienda, de pareja, de decisión. Las crisis son ese miedo a lo desconocido y, como todo, hay personas que gestionan o aceptan mejor los cambios que otras, entonces lo que queda es tomarlo con calma.
Así lo asegura María Patiño, psicóloga, quien nos compartió que es momento de, como sociedad, cambiar ese pensamiento en donde los 30 se convierten en una carrera contra el tiempo y en donde las personas se siguen dando golpes de pecho por no haber cumplido con las expectativas que otros impusieron.
“Medir nuestra vida en las decisiones que tomaron otros nos hará relacionar nuestro entorno de manera negativa. Esto puede generar frustración, ansiedad y depresión. Analizar los logros que tenemos como una meta cumplida nos dará la satisfacción para entender que no importa a qué edad lo haga, siempre y cuando, sea su deseo. El resto son estereotipos con los que no es necesario sentirse identificado”, asegura María.
Después de unos buenos párrafos de explicaciones científicas, psicológicas y sociológicas, quedó más que claro que la edad no es un impedimento ¿Verdad? Que los 30 son una etapa más en la vida en la que se construye, se deconstruye, se cambia de decisión y se vuelve a empezar de cero si es necesario. Que el ritmo al que avanza el mundo es solo una herramienta de la que nos podemos agarrar para seguir aprendiendo, conociendo y experimentando.
Si hay algo que nos haya enseñado la cultura pop en la película Letters to Juliet, es que “el ‘si’ y el ‘hubiera’ son palabras que separadas pueden parecer muy inocentes, pero juntas, una al lado de la otra, tienen el poder de acosarte por el resto de tu vida: ‘y si hubiera’, ‘qué tal si hubiera’, ‘qué habría pasado si hubiera’…” Los 30 no pueden ser ese limitante.
Hay que vivir al ritmo personal, no al que van los otros, si no, nunca será suficiente. Hay que disfrutar los cambios y aceptarlos, tomar la vida con calma y gritar sin remordimiento: ¡Que se joda la culpa!