Por: Laura Chaves
A propósito de la nueva entrega de Pixar y su protagonista, la ansiedad, hablamos con una psicóloga de lo importante que es dejar de catalogar a esta emoción como algo negativo
Junio es un buen mes para cuestionarse los binarismos con los que se suele leer e interpretar la vida y no está demás hacer el ejercicio con lo emocional. Incluso cuando se trata de emociones, se suele catalogar bajo la lupa de lo bueno o lo malo, pero según la psicología y la primera entrega de Intensamente… no, no hay emociones malas.
Hace 10 años se estrenó esa película animada que supo explicar cómo el “positivismo” puede llegar a ser tóxico, que el “tranqui, no te sientas mal” no es la solución para alguien que experimenta esta emoción llamada tristeza (o para alguien con depresión) y que recordó la importancia de todas las emociones, que para ese entonces, se reducían en Alegría, Tristeza, Miedo, Furia y Desagrado.
10 años después Pixar sabe que la audiencia original de Intensamente creció y apunta a un público diverso y más maduro, por lo que sube al bus a emociones más complejas; Vergüenza, Aburrimiento, Envidia y la estrella del reparto… Ansiedad.
La ansiedad hace parte del vocabulario cotidiano de las personas, si no lo creen, díganselo a la famosa frase “tengo antojo de algo dulce, pero solo es ansiedad” y, aunque otrxs solo conocen a la ansiedad desde el trastorno diagnosticado, cabe recordar que sí, la ansiedad es una emoción y para entender un poco más sobre las diferencias de la emoción, el trastorno y por qué es importante abordar y conocer la ansiedad desde pequeñxs o hablar de ella con una audiencia infantil; hablamos con Paula Quimbay, Psicóloga clínica de tusicólogo.
Empecemos por estar claros, según Quimbay “la ansiedad es una emoción que tiene como función prepararnos para alguna situación que puede llegar a ser peligrosa en el futuro”.
Ahora, ella explica que estas emociones pueden desembocar en un trastorno cuando “las emociones se presentan en algún polo de duración, frecuencia e intensidad” y hace énfasis en que la ansiedad puede llegar a afectar que hagamos o dejemos de hacer cosas en nuestra cotidianidad “porque está en alguno de estos polos, lo estamos sintiendo de una manera muy intensa, se está presentando de una manera muy frecuente o su duración es muy extensa”.
De lo que se aprendió en la primer entrega de Intensamente “Todas las emociones son válidas”.
“Las emociones no son malas ni buenas, todo depende de la función que va a tener la emoción, finalmente, la emoción es una respuesta física que está fuera de nuestro control”, Quimbay explica que juzgar una emoción puede llevar a que la gestionemos de manera equivocada “si decimos que una emoción es mala quiere decir qué hay algo que debemos arreglar o quitar” y lo más importante para gestionar la emociones de manera correcta es darles su espacio, pues ella resalta que “cuando evitamos sentir la emoción, lo que hacemos, al final, es amplificarla”, en efecto, lo que dejó Intensamente 1 tiene sentido.
La importancia de abrazar las emociones desde pequeñxs (incluso si es ansiedad o envidia)
Cuando se habla de lo que desencadena a la ansiedad como trastorno no hay una respuesta en concreto porque es multicausal, es decir, muchas cosas pueden desencadenarla y aquí es cuando viene lo realmente interesante: la importancia de hablar de esta emoción a temprana edad, pues la gestión de esta emoción, en su mayoría, “parte de lo que aprendes a lo largo de tu vida, de lo que aprendes con las personas que creciste, de ver cómo manejan y regulan su ansiedad… o del aprendizaje tras una experiencia significativa”, dice la profesional de Tusicólogo.com, quien además añade que “si desde pequeño entiendes que darle espacio a ciertas emociones es normal, seguramente cuando grande va a ser mucho más fácil regular o estar con ellas”.
En todo caso, como se logró con Ansiedad, vale la pena revisar otras emociones como la envidia o los celos que se suelen estigmatizar y negar dentro de lo que se admite como “políticamente correcto”. Finalmente, todas son emociones y merecen tener espacio en conversaciones, ser validadas y sobre todo, ser abrazadas.