Un vistazo desde la psicología al nuevo triángulo amoroso que Challengers pone en la pantalla grande
Por: Laura Chaves.
Warner Bros ha dejado claro que el marketing es lo suyo. El año pasado polarizaron al mundo y al cine con dos películas bajo su misma producción, posicionando a dos actores, Margot Robbie y Cilian Murphy (por si quedaban dudas) como íconos del pop. De todas formas, la productora ya tenía que formar otro tema de conversación, por eso abrieron mayo con Challengers cumpliendo la promesa de que a cada Mary Jane le llega su película de tenis después (referencia solo para conocedores de Spider-Man). Zendaya iba a ser la protagonista de un largometraje provocativo en donde probablemente habría mucho sex0 y un trío.
Sin embargo, más que un trío, nos dieron un triángulo bien intenso entre el deseo, la dependencia y el narcisismo que toma vida a través de Tashi (Zendaya) una promesa del tenis femenino, Art (Mike Faist) y Patrick Zweig (Josh O’connor) ambos, amigos y tenistas.
La tripleta que jode al amor: narcisismo, dependencia y deseo
No es nada nuevo un triángulo amoroso en el cine (que se reporten los team Edward y los team Jacob). Así como no es es nada nueva la conversación sobre el narcisismo… Instagram y las plataformas de podcasts están llenas de de discursos, “información” o testimonios sobre qué es y el daño que causa una relación o vínculo con el narcisismo, de ahí que palabras como gaslighting o mansplaining parezcan vocabulario de la cultura pop (solo basta con escuchar par de canciones de Taylor para darse cuenta).
Aunque, poco se ha hablado de la triangulación amorosa como técnica de manipulación y Challengers lo pone sobre la mesa.
Desirée Llamas psicóloga, investigadora y docente de la Universidad de Málaga, para un artículo de El País, explica que la triangulación amorosa se da cuando una persona en una relación “estable” busca un tercero para obtener validación, afecto o para cambiar cosas de su relación principal. En este artículo, también hablan de los roles que se suponen aparecen en las triangulaciones (manipulador, colaborador y víctima), roles que finalmente, se pueden estar alternando entre los involucrados.
Básicamente, Challengers narra la historia de una triangulación amorosa.
Para entender más los perfiles de este triángulo, hablamos con la Psicóloga Clínica de Tusicólogo, Paula Quimbay, quien deja claro que el narcisismo es un trastorno, más sin embargo, pueden haber personas que no padecen del trastorno y tengan rasgos de personalidad narcisista, rasgos que ubican a la persona que los tiene como alguien que se ve a sí misma por encima de los demás, llevándola a empatizar poco con otros, a ser evitativa o a relacionarse con personas que les refuercen su status (como aquellas que tienen problemas de dependencia emocional).
La historia del filme no deja de apuntar a Tashi como la “manipuladora” principal o el personaje al que es más fácil leer bajo rasgos de personalidad narcisista. “Ella tiene que ser siempre la mejor y por eso no acepta que Art pierda porque eso hablaría del trabajo de ella” afirma Quimbay.
Pero ¿Cómo un narcisista se sale con la suya? Por la dependencia emocional que puede generar su vínculo con personas que, usualmente tienen baja autoestima, permitiendo así, que pasen por encima de ellas.
Hablando de la película, Quimbay dice “lo que hace que Tashi elija a Art es que él es quien refuerza su estatus, a diferencia de Patrick quien no siempre le llevó la idea” (poniendo a Art como esa persona con dependencia emocional que siempre estuvo en función de lo que Tashi quisiera).
El narcisismo y la dependencia son las bases para entender cómo funcionan estos personajes, pero esta tripleta no estaría completa sin el deseo. El motor de esta triangulación nunca fue el amor sino el deseo del ego.
Entiéndase al ego, según Quimbay, como: el estatus que se autoproclaman las personas. Ahora, entiéndase al deseo, según lo que Eial Moldavsky explica en uno de los videos de Filosofía en un minuto (basado en una teoría de Diana Sperling), como: “Esa motivación en una vida en donde no hay metas, ni objetivos claros; un impulso que, de cumplirse, dejaría un vacío y que igual no existe sin el vacío mismo, es decir, el deseo es ese motor que surge del vacío, pero que si se cumple generaría otro vacío que, a su vez, llevaría a otro deseo, haciéndolo algo, prácticamente inalcanzable”.
Esta combinación hace que estos tres personajes, a los que difícilmente podemos etiquetar en roles específicos, nos sumerjan en un círculo vicioso en donde se jodió el amor ¿o no?.