Por: Catalina Ceballos Carriazo
Antropóloga.
Me preguntan en TLR ¿quiénes son los postadolescentes de hoy? (emoji pensando)
Vaya pregunta, difícil contestar desde la post adolescencia que me acompaña hace 25 años, si ahí me quedé, y no por que me haya quedado en 1996 escuchando a Nirvana y rumbeando en la Floristería, sino porque me quedé ahí, soy de esas personas que pongo el ojo en blanco cuando algo me parece “nada que ver”. Difícil contestar a semejante pregunta cuando me quedé a mis 50 diciendo “no marica” cuando no estoy de acuerdo con algo, mejor aún, cómo contesto esa pregunta cuando a mis 50 lo que más me gusta ver en Netflix es The Umbrella Academy o Kissing Booth mientras me tomo selfies?
En todo caso tenemos claro que los post adolescentes son los centennials, jóvenes nacidos entre 1997 (algunos dicen 1994) y 2006 (algunos dicen 2010). Esos y esas inmersas en el mundo digital, esos que también los han etiquetado como la Generación Z, pero sobre todo, aquellos que intercambian información digital y efímera de manera pública y rápida.
La antropología sin duda me sirve para escribir sobre los centennials, me sirve ser su profesora y me sirve haber rumbeado con ellos en El Chamán. También tomo como referencia la música que escuchan (escuchamos), los stickers que usan (usamos) y debo decirlo, mi hija, que es casi centennial. Pero sobre todo, ante todo, es que convivo con la posverdad, esa que se construye y divulga en el mundo virtual, verdades o mentiras emotivas producto de opiniones personales, de las creencias de cada quien, para lograr llegar a públicos de manera emotiva y rápida. Sí, así eligieron a Obama, a Trump; Se votó por el Sí o el No en Colombia y se eligió a Iván Duque (por favor pongan ese nombre en una fuente más chiquita). Lamentablemente, ese es el mar de información por el cual navegan los centennials mientras se reflejan (o proyectan) en sus selfies. Insisto, yo medio centennial, medio punk, también he caído en esa práctica usando filtros de tatuajes así como la hija de Kanye West y Kim Kardashian.
Me sorprende y admiro de los centennials que, a diferencia de mi generación, que, como dice Michael J Sandel en su libro La Tiranía del Mérito, todo lo logramos por grandes hazañas y en donde los valores del mercado y el espíritu tecnócrata marcaron nuestro ADN. Admiro la manera como los post adolescentes cuestionan el poder, se relacionan con la naturaleza y el medio ambiente y aplaudo como lograron poner sobre la mesa de este siglo, la conversación sobre las nuevas expresiones de género.
Analicemos lo anterior, si bien dependen de sus padres no le temen confrontarlos, controvertirlos, asumen posiciones críticas, es decir esto es claro al ver lo sucedido en las manifestaciones de noviembre y diciembre de 2019, y ahora más recientemente en abril de 2021. En Chile también los centennials marcaron la pauta del activismo, así como el Black Lives Matter en su momento. Ahora bien, pregunto, ¿en qué fundamentan su indignación? Por supuesto en lo que puedan contrastar con su realidad virtual.
Sigamos, por otra parte, su relación casi bucólica con la naturaleza, ¡Dios mío! Desde hadas, hasta gnomos y por supuesto las mil y un caras de Greta (Thunberg) epítome de los centennials. Se ofenden y lo hacen porque conocen de primera mano la escasez económica y ambiental. Las noticias diarias los hacen sentirse responsables del futuro del planeta, en mi generación lo más cercano a responsabilizarse del planeta era usar una camiseta del extinto restaurante Planet Hollywood cuyos dueños, entre otros, eran Schwarzenegger y Naomi Campbell, calculen el geriátrico al cual pertenezco.
Por último esta generación “gender fluid” o que pone en su perfiles “They them” o “no binario” o “neutral de género”. ¿Cómo no lo pensamos antes? ¡Qué obtusos fuimos! Una generación que gusta del like por supuesto le puede “like” cualquiera, simplemente nos gustamos. Punto. Sin etiquetas. No lo digo yo, lo dice Harry Styles, que lució un precioso vestido de Dorothy, del mago de Oz, en su presentación el pasado Halloween en el Madison Square Garden: «Muchas fronteras están cayendo con respecto a la diferenciación de género». Pues bravo por ellos, ellas y elles.
No voy hablar de redes sociales ni de los influenciadores, ¿por qué? Porque son el origen de la posverdad, no importa si al colchón se le sale un resorte, el colchón tiene filtro “L.A. Sun” y si ella o él están acostados con el bucle perfecto, la pestaña del largo que corresponde y la ceja con microblading, pues el colchón es perfecto. Quienes trabajamos en comunicaciones sabemos que estos deben estar en la base de datos como “medios de comunicación”, pero pues una cosa es SEMANA y otra cosa muy distinta es 070.
Pongo el ojo en blanco, respiro y digo ¿qué tan centennial soy? Muy, soy intergeneracional e intrageneracional, no hay nada en lo que más crea que en los relevos generacionales, creo en los jóvenes como mi única salvación. ¿Cuánto hubiese querido salir a marchar contra Ernesto Samper y su apestoso proceso 8000? Pero no, me quedé sentada en la Floristería y no hice ni mú.
Ahora bien, a mi favor debo decir que, muy lindos, muy poderosos, muy feministas, pero el criterio que te da el haber ido y vuelto, no una sino varias veces y sí, eso incluye fiestas en rotos, incluye relaciones fallidas, incluye estudiar con el régimen de la hora Gaviria, incluye trabajar hasta llegar donde estoy, escribiendo para un medio juvenil teniendo 50 años.